UN CUENTO DE ABU Y FATI
©Giuseppe Isgró C.
Hidalgo dedica este cuento a su nieta Fati, quien con sus preguntas
facilitas se lo inspiró.
Un día, cuando Fati tenía ocho años y medio, le envió un mail, y le
dijo: -Abu, te voy a hacer una pregunta
muy facilita: -Cuándo vas a venir?
Verdad que es una pregunta muy facilita?
Sí, Fati, -dice Hidalgo-, es una pregunta muy facilita; yo pasé mucho
tiempo lejos y tú me extrañabas. Gracias a ti este cuento, y el que sigue, son
hoy una realidad. Te quiero mucho, preciosa. Eres maravillosa. Abu. Lechería,
03 de septiembre de 2011
Fati, es una niña de ocho
años y medio, cuyo nombre es Fátima, como la hija de Mahoma, la princesa; es
una chica muy lista, habla y escribe bien el castellano, se comunica por mail
con su abuelo, y le pone preguntas muy facilitas para que éste se las responda.
El abuelo, a quien ella llama Abu, le regaló, a los seis meses de edad, Las
fábulas ilustradas, y Fati fue creciendo viendo esas ilustraciones de
princesas, príncipes, animales, y todo un mundo de fantasía que tanto enriquece
a los niños.
Estaban, un día, Abu y
Fáti hablando:
-Le dijo Fati a Abu-:
-Abu, nárrame un cuento,
que sea cortito, y bonito.
-He aquí, lo que contó Abu
a Fati-:
-Había una vez un rosal
que tenía una Rosa roja, muy bonita, quien sabía que lo era, y una abejita,
llamada Melita, fue un día a absorber la esencia de la Rosa, para luego hacer
la miel, en su colmena.
Estando posada en la flor,
le dijo Melita a la Rosa:
-Hola, preciosa, eres muy
linda; gracias por permitirme absorber tu esencia con la que voy a hacer la
miel. A ti la naturaleza te dotó con el Don de la belleza, pero, también tienes
una fragancia exquisita, eres rica en nutrientes, en vitamina C, y en tantas
otras sustancias que la ciencia, aún, debe descubrir en ti.
Oh, abejita Melita, -le
responde la Rosa-, tú sí que eres sabia; nadie como tú es capaz de hacer algo
tan sabroso como la miel. La naturaleza te dotó con el Don de la Sabiduría.
Eres capaz de extraer la quintaesencia de la naturaleza con la esencia de las
flores. Eres una auténtica alquimista que conoce el secreto de la piedra
filosofal, el más preciado del universo.
-Entonces, Fati le hizo
una de sus preguntas muy facilitas a Abu-:
-Dime Abu, y el Don de la
Prudencia, a qué animal se lo asignó Dios?
-A la hormiguita, -le
responde Abu-, quien trabaja durante la primavera y el verano, y guarda lo que deberá comerse en el otoño y en el
invierno. Dios le dio el Don de la prudencia, que le permite ahorrar hoy para cuando
lo necesite mañana. Así Dios puso de ejemplo a la hormiguita para enseñar a los
humanos a hacer lo mismo.
-Entonces, Abu, -dice
Fati-: las hormiguitas, piensan?
-Claro que sí, Fati, Dios
también le dio el Don de la inteligencia, el del pensamiento y el de los sentimientos;
pero, también se los dio al rosal, para hacer las Rosas, y a la abeja, para
hacer la miel.
Oh, que bien, -dice Fati-:
entonces, cada uno tiene algo especial que hacer en esta vida, y hay que
hacerlo tan bien como el Rosal hace la Rosa, la abejita, la miel, y la
hormiguita, el trabajo y el ahorro, en la primavera y en el verano, para tener
abundante comida durante todo el otoño y el invierno, y así vivir tranquila,
contenta y feliz.
-Así es, Fati, -responde
Abu-.
-Abu: Que trabajadora es
la hormiguita!, -complementa Fati-.
Luego, agrega-:
-Quiero cultivar la belleza de la Rosa, la
sabiduría de la abejita Melita, y la prudencia y el ahorro de la hormiguita y
el trabajo perfecto de todas ellas.
-Si así lo haces, Fati, serás siempre muy feliz….
Feliz, feliz… -le responde Abu-, porque estarás cultivando los sentimientos y
practicando las virtudes.
-Qué es un sentimiento, Abu?, -pregunta Fati-.
-Abu le responde-: Sentimiento viene de sentir, es
una emoción: Tú puedes sentir la emoción del amor, de la belleza, de la
justicia, de la bondad, de la gratitud, de la fortaleza y de la templanza y
practicar esos sentimientos, amando, haciendo cosas bellas y cuidando tu
belleza, la del cuerpo y la de los pensamientos, siendo justa, buena y
agradecida. Además de ser fuerte y valiente frente a todo; prudente, precavida
y equilibrada en todo. Eso es la
práctica de las virtudes y quien lo hace, es una persona virtuosa. A las
personas virtuosas, todo le va bien en la vida, Dios le protege y le ayuda. Por
eso las personas son felices, muy felices.
-Oye, Abu, -dice Fati-: -La Rosa, la abejita y la
hormiguita si que son sabias; con razón Dios las pone de maestras de los
humanos para que estos aprendan las leyes de la naturaleza y a ser felices como
la Rosa, la abejita y la hormiguita.
-Que bien has dicho, Fati. Te felicito, ya sabes
muchas cosas muy interesantes. Cuanto has aprendido leyendo las fábulas de
Esopo, de Babrio, de Samaniego y de La Fontaine!
-Gracias, Abu, -responde Fati-, me gustan mucho
los cuentos y las fábulas, pero también el juego de ajedrez, que me hace
ejercitar la mente y pensar como ganar.
-Vamos a jugar ajedrez, Abu?
-De acuerdo, -responde Abu-.
Adelante.
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