CONSERVAR LA SERENIDAD ,
SIEMPRE
©Giuseppe Isgró C
-“...serenidad y
calma,
cuando las aguas del
lago de la mente están
claras y tranquilas
porque cesó el oleaje”-.
Vivekananda
-"Habiendo
logrado serenidad,
nos tornamos
tranquilos de cuerpo,
y tranquilos de
mente"-.
Sidharta Gautama
-“La naturaleza nos ha
dotado
de todo recurso
necesario
para una serena
existencia”-.
Manly P. Hall
-Conservar la serenidad
es poseer el autodominio,
en cada situación-.
Giuseppe Isgró Cattafi
La serenidad –estado de calma
imperturbable o tranquilidad interior que denota la impasibilidad
exterior-, es una de las máximas potencias del espíritu y excelente expresión de tu poder potencialmente
infinito; es el psico-control y el autodominio expresados frente a toda
situación.
Comparto con Paul Brunton, su apreciación de que el máximo
ideal y el objetivo de los iniciados egipcios era el cultivo y la práctica del
autodominio, tal como lo reflejan los dibujos y pinturas egipcias de dichos
personajes cuyas imágenes denotan serenidad, calma profunda e imperturbable.
La serenidad es la síntesis de los valores universales
aplicados como práctica de todas las virtudes cuyas cinco fundamentales son la
sabiduría /yo prudencia, la justicia, la fortaleza, la templanza y la belleza,
las cuales constituyen el núcleo esencial de todas las demás, siendo el amor el
poder supremo universal que las vivifica a todas.
La serenidad implica fe en los principios que rigen el
universo y denota consciencia de la realidad –enfocada objetiva y
subjetivamente- con esa percepción intuitiva que permite ver el trasfondo de
las cosas casi sin mirar, a vuelo de pájaro, pero que, facilita el mantener la
calma imperturbable –o mando-control de la situación-, y persistir en la ruta
evolutiva con seguridad, firmeza y osadía, aún cuando todo indicara que se ha
llegado al tope o al fondo.
Cuando pareciera que ya no hay nada que hacer, sintiendo el
límite de las propias fuerzas y resistencias, es cuando se comienza a sentir el
verdadero poder, -el del espíritu-, el de las fuerzas morales y el de la
armonía y solidaridad cósmica-, potencial interior ilimitado que aflora cuando
se afronta, cada a cara, la realidad. Cada ser se percata de que era
controlable la situación; factible de transmutar en ventajosa la condición
existente; y de que, el poder creativo y realizador, y el de la reserva ética,
eran mayores de lo que se pensaba.
Las pruebas existenciales van descubriendo el verdadero
poder creador de cada ser -como
expresión equivalente del poder potencialmente infinito a cada una de las necesidades que busca satisfacer-
en la realización de la propia misión en la vida y en la gran obra universal,
de la cual, conscientemente, -o casi imperceptiblemente- se va asumiendo la
propia cuota de cooperación.
Siempre hay una salida positiva y exitosa en toda
situación. Cuando la vida ejerce su poder de bloqueo, significa que es preciso
rectificar la ruta direccional de la propia existencia; muchas veces la
solución consiste en quedarse en estado de tranquilidad hasta que llega el
momento oportuno de actuar, cuyo impulso interior lo indica con seguridad. Los
contratiempos o resistencias, al final, permiten ver que lo acontecido era lo
más conveniente por cuanto condujo a la bonanza y felicidad actuales o a las
que están por llegar.
La serenidad implica maestría, autodominio, conocimiento,
visión, confianza en sí y en las leyes
naturales que –en justicia- rigen todas las cosas. Refleja equilibrio,
metas claramente definidas, programadas en el espacio y en el tiempo, con una
curva de resultados suficiente para lograr el propósito, después de lo cual
solo queda marchar hacia adelante con tranquilidad y seguridad, perseverante en
la acción, por cuanto la misma naturaleza segunda la realización de toda
persona sincera y asidua.
Cuando se afrontan esas pruebas en las cuales se
experimenta la tentación de dudar de las bondades de la vida es cuando es
preciso, con mayor ahínco y fe, confiar en que las leyes cósmicas siempre son
justas; que el principio Ser Universal busca un fin positivo aún en las
circunstancias menos favorables y que, sea cual fuere la situación que, en un
momento dado requiera solución, es preciso mantener la serenidad, la confianza
y la fe de que todo, oportunamente, en el momento más conveniente, saldrá bien,
de la mejor manera posible.
Por lo cual, hay que afirmar que el Ser Universal es justo
y que, si se siente el aguijón de las leyes universales, es como una guía de
que hay que buscar el camino más acorde con los planes cósmicos y que para
mantener iluminada la propia vida hay que permanecer en el radio de acción de
los valores universales del amor, de la prudencia, de la justicia, de la equidad,
de la rectitud, de la reciprocidad, de la fortaleza, de la templanza, de la
generosidad, del perdón y de la
humildad; por cuanto cada ser pasa por las mismas pruebas y de alguna manera se
ha pasado y se hará de nuevo, por similares rectificaciones, cuyo recuerdo
estimula la tolerancia y la mansedumbre espiritual, pero con la reciedumbre en
el carácter de quien sabe que, en aras de la sinceridad, honradez, constancia,
trabajo y logro, tiene la autoridad moral para ocupar el lugar que en la vida,
-en base a la suma existencial conquistada- merece, para continuar en el camino
ascendente de la evolución y alcanzar nuevos niveles de conciencia cósmica.
Los objetivos existenciales fuerzan la manifestación de la
energía creadora que se anida en el ser interno como poder potencialmente
infinito, después de lo cual se refleja en la propia faz la huella de la
auto-confianza, fruto de haber actuado y triunfado en múltiples tareas; por lo
cual es factible afrontar el futuro con mayor suma de serenidad, confiando en
que, sean cuales fueren los embates que la vida presente, siempre se obtiene la
victoria si se persiste tenaz y serenamente, por cuanto cuando se llega al
límite de las propias fuerzas cada ser se encuentra con el Poder del Ser
Universal que le secunda y mantiene a flote, sobre todo si trabaja para una
causa justa, digna y acorde con los planes cósmicos.
La serenidad permite conservar la absoluta confianza en
que, cuando se han cerrado todas las puertas, -los espejismos de oportunidades
inexistentes- está abriéndose –simultáneamente-, la puerta –o el acceso
verdadero- por donde llega la abundancia suficiente que renovará las fuerzas,
la oportunidad y la provisión para la siguiente etapa.
Las leyes universales siempre son justas. Busca en tu ser
interno la causa y encuentra el nuevo camino del amor, de la sabiduría, de la
justicia y del servicio vocacional efectivo que conduce, con seguridad, a la
más apacible tranquilidad de ánimo, juicio sosegado, calma imperturbable y
autoridad moral: fuente suprema de la serenidad. “Lo más importante, -escribía, a Louis Pauwels, una señora de 92 años
que había descubierto el secreto de la serenidad- no es sacar algo de la
existencia, sino en dar lo más posible a la vida”-.
-“Entonces, -dice Marco Aurelio-, tu guía interior, no
causándose ya ninguna turbación a sí mismo, te conduce a la cosa esencial que
hay en ti: la impasible naturaleza interna”-.
Adelante.
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